No soy el Gran Hermano, pero te estoy mirando. Desde abajo.

Nací en 1984. No en Oceanía, sino en un barrio obrero de Guadalajara, donde la vigilancia no era un algoritmo, sino el patrón, el maestro, el policía… y a veces, hasta el cajero del Oxxo de la esquina. Ahí aprendí que te pueden observar sin cámaras y que la pobreza también tiene micrófonos invisibles.

Mi vida no empieza en un escritorio ni en una sala de redacción. Empieza en las maquilas, los pasillos del IMSS, los cibercafés de $10 la hora, y en el fracaso escolar que me enseñó más que cualquier diploma. Soy cineasta por oficio, periodista por necedad, y un obsesivo del porqué la gente piensa lo que piensa… dependiendo de lo que come, de cómo se transporta o de cuánto duerme.

Este proyecto nace desde el materialismo, pero no desde los libros: desde la experiencia. Porque entender a alguien no empieza con saber su opinión, sino con conocer su contexto.

¿QUÉ SON ESTAS ENTREVISTAS?

Cada persona elige tres notas de un periódico. Hablamos de ellas y luego de su vida:
—¿Cómo llegaste aquí?
—¿Cuánto te costó este café?
—¿Te implicó algo estar hoy presente?

Por ahora, solo entrevisto a gente de Jalisco. No porque el mundo no importe, sino porque aquí es donde puedo pisar el mismo suelo que quien me habla.

Los nombres reales sobran cuando lo que importa es el contexto. Por eso mis entrevistas son anónimas: no es el quién, sino el desde dónde.

Y si hay desacuerdo, usamos a ChatGPT como árbitro. No porque sepa más, sino porque no se enoja.

¿QUIÉN TE PREGUNTA?

Soy René. Nací con la distopía escrita en el acta de nacimiento, pero aún creo que se puede cambiar el guion. Hago entrevistas porque nadie nos está preguntando, y porque cada voz que se escucha desde abajo es una forma de justicia.