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Cine

Mil millones y ninguna certeza: estudiar cine en México hoy

TheZurdo

2025-11-133 min de lectura
Mil millones y ninguna certeza: estudiar cine en México hoy

A principios de año se anunció que Netflix invertirá mil millones de dólares en México. La noticia abrió expectativas, dudas y conversaciones sobre el rumbo del cine nacional. Para entender cómo se vive esto desde dentro, hablé con Jorge Sandoval, estudiante de cine en el Centro de Estudios Cinematográficos. Esta entrevista recoge su perspectiva sobre la industria, la formación y el sentido personal de hacer cine hoy.
La industria: entre la esperanza y la repetición
—¿Qué piensas sobre la inversión de Netflix en México? —le pregunto a Jorge, mientras acomoda la cámara en su mochila.
“Hasta cierto punto es emocionante”, responde, “porque una empresa tan grande voltea a ver a México. Pero hay que ser sinceros: mucho de ese dinero termina en proyectos basura, con los mismos actores, las mismas comedias románticas. Los proyectos que realmente aportan a la cultura quedan olvidados”.

Jorge menciona que, aunque Netflix ha mostrado interés por el cine mexicano, la mayoría de las producciones no representan la riqueza cultural del país. Lo dice con la serenidad de quien observa un sistema que avanza, pero no necesariamente para todos.
La escuela y la formación cinematográfica
Le pregunto si en su escuela se habló del tema. ‘No’, responde con cierta sorpresa. “Ni maestros ni compañeros lo mencionaron. Es como si no existiera. Creo que muchos pensamos igual: esa inversión está lejos de nosotros. No sentimos que tengamos acceso a esos proyectos”.

Su respuesta abre una grieta sobre la desconexión entre la formación académica y la industria real. En su experiencia, estudiar cine no siempre implica hacer cine. “Lo que más me gusta es aprender de los rodajes, pero la escuela no justifica las faltas cuando estás filmando”, dice. “¿Cómo se supone que aprenda si no me dejan ir al set?”
El reto de crear desde cero
Jorge no oculta su frustración ante los proyectos que no llegan a concretarse. “Ver cómo los proyectos se caen es durísimo”, confiesa. “Mi corto pasado tuvo que cancelarse por falta de equipo y tiempo. Pero no pienso dejarlo. Voy a reestructurarlo y seguir adelante”.

En su tono hay más determinación que queja. Habla de rearmar equipos, de aprender de los errores y de seguir filmando aunque las condiciones no sean ideales. “Me gusta ver cómo, aunque todo parezca derrumbarse, siempre hay una manera de hacerlo”, dice.
El sentido personal del cine
Cuando la conversación se vuelve más íntima, Jorge reflexiona sobre su vínculo con el cine. “Para mí, el cine es una oportunidad. Me ha hecho madurar, me ha enseñado a aceptar que no todo está en mi control”, afirma. Le pregunto qué película dirigiría si pudiera elegir cualquier título en la historia. Sin dudar, responde: ‘Tiburón, de Spielberg’. Y ríe. ‘Quisiera vivir todo lo que él aprendió filmándola. Esa experiencia debe haberlo cambiado para siempre’.
El miedo y la deuda
Antes de despedirnos, Jorge confiesa su miedo más grande: la locura, la pérdida de todo por una mala decisión. ‘Temo decepcionar a la gente que ha confiado en mí’, dice. ‘Siento que tengo una deuda con quienes me han dado su tiempo, sus consejos’.

En su voz hay algo más que juventud: hay conciencia. La misma que se necesita para hacer cine en un país donde los sueños, a veces, cuestan más que el presupuesto.

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