México gravará los videojuegos con 8 %: la nueva señal de una industria que no despega
TheZurdo

Ciudad de México / Guadalajara. El gobierno federal anunció un impuesto del 8 % a los videojuegos violentos —físicos y digitales— como parte del Paquete Económico 2026. La medida busca regular contenidos y aumentar la recaudación, según Hacienda. Sin embargo, para especialistas y miembros de la comunidad tecnológica, esta decisión revela algo más profundo: el Estado ve a México como un país consumidor de videojuegos, no como un productor.
La noticia llega apenas meses después de Talent Land 2025, donde la ausencia de desarrolladoras AAA, la superficialidad de las ponencias y el énfasis en el consumo sobre la creación ya mostraban el deterioro del ecosistema gamer mexicano. Hoy, el impuesto parece confirmar aquello que en el evento se insinuaba: no existe una industria nacional robusta y no hay señales de que se busque construir una.
Un impuesto que habla más de la economía que de la moral
La propuesta fue presentada como una medida de responsabilidad pública, pero su diseño apunta a otra interpretación: el gobierno identifica un sector donde hay millones de consumidores, pero poca organización productiva. Es un espacio ideal para recaudar, no para invertir.
Lo que Talent Land 2025 ya había advertido
En abril, Talent Land 2025 exhibió un panorama inquietante: ninguna desarrolladora AAA asistió, no hubo presencia de editoras o plataformas como Twitch, los talleres avanzados fueron escasos y las marcas priorizaron la recopilación de datos por encima del contenido. A pesar de ello, los organizadores repetían la cifra de “76 millones de gamers”.
Un país con jugadores, pero sin industria
La contradicción es clara: los emprendedores ven un mercado enorme, el gobierno ve una fuente de recaudación y las desarrolladoras globales no ven razones para invertir.
Las implicaciones: precios más altos, industria estancada
El impuesto podría encarecer títulos de consola y PC, afectar directamente al segmento que sí invierte y no impulsa la creación local.
El impuesto del 8 % es el síntoma de un modelo que no apuesta por la creación. Si México quiere tener industria, deberá invertir en infraestructura, estudios locales, educación digital y propiedad intelectual.